Desde pequeña siempre me gustaron las "pinturillas", darme color en los párpados, rimel en las pestañas, brillo en los labios, era una coqueta, y no por querer enmascarar algo, como dicen algunas personas ahora cuando somos mayores y nos maquillamos; simplemente me gustaba dar color a mi rostro. Me sentía bien.
Pero hay un punto de inflexión en mi vida con el maquillaje, y en realidad no creo que sea el el culpable; él es más bien la consecuencia.
Dejé de maquillarme un 28 de marzo de 2.011, no es que lleve la cuenta, pero fue el día en el que me dieron la primera baja laboral que ni por asomo imaginaba que iba a durar un año. Aún sigo sin maquillarme, excepto el sábado pasado que fui al Comité Insular del PSOE en Gran Canaria y necesitaba encontrarme con ánimo.
El ánimo creo que es la clave, me maquillo para sentirme animada; pero desde el 2.011 perdí las ganas, y aunque parezca una frivolidad, al final el maquillaje en mí tiene que ver con un estado de ánimo y con las circunstancias personales. Una ruptura sentimental dolorosa porque aún amaba y sentía que la vida no era justa en ese sentido conmigo, problemas laborales con un compañero de trabajo, una salud mermada, problemas familiares... quién carajo tendría ganas de maquillarse con ese panorama!!!!!
Aún sigo sin maquillarme, pensé que el sábado pasado marcaría un antes y un después en mi relación con las barras de labios, sombras de ojos, etc. Pero no. La vida y mis circunstancias se han convertido en algo muy pesado como para tener ganas de darle color a mi cara. Al final el maquillaje es un síntoma de que las cosas no andan bien. Quiero volver a maquillarme, necesito volver a maquillarme!!! Sí puedes ayudame a darle color a mis rasgos. Es todo.
